La primera tarea del coach, al abordar un proceso de cambio, consiste en sacar al individuo del anonimato. Hacerlo visible, exponerlo desde su luminosidad.
Muchos clientes vienen a la consulta desconectados de la realidad que les rodea. Interactúan poco con sus entornos vitales.
Otros clientes interactúan con sus entornos, pero están desconectados de su ser. Funcionan con el piloto automático. Dependen de los demás para dar sentido a lo que hacen.
El coach, al centrar las búsquedas de cambio en el “¿para qué?”, estimula al cliente a que sea donante de conocimiento.
El coach crea con su cliente un entorno de seguridad y un vínculo de apoyo, que inspira al cliente en el desafío de atreverse.
¿Atreverse a qué?
· Atreverse a soñar.
· Atreverse a confiar en sí mismo y en los demás.
· Atreverse a compartir y cooperar.
· Atreverse a perder el rumbo.
· Atreverse a pensar de forma diferente.
· Atreverse a sentir y a expresarlo.
· Atreverse a fracasar, a cambiar.
· Atreverse a brillar.
¡Acompaña a tus clientes a que fortalezcan su presencia transformadora y sus voces serán un torrente de creatividad en los proyectos que realicen!
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